Día internacional del Autismo 2 de abril de 2023
«No suelo entrar a tomar café en esta cafetería. Los asientos corridos de escay son francamente incómodos, además de vetustos. El vivo rojo que un día pudieron tener, se ha convertido en un pálido naranja cuarteado por el sol, que le da al local un aspecto algo deprimente, viejo, de otra época. No pocas son las moscas que revolotean contra los cristales, intentando escapar del cargado ambiente. De hecho, no sé qué me ha impulsado a entrar aquí. Quizá el sabor del café, que acorde con la decoración del local, es como el de antes.
La joven camarera me trae el café con leche que le he pedido y una vez más, me ha echado tanta leche que al añadir el azúcar y meter la cucharilla, parte del contenido se ha derramado sobre el plato. Este tipo de cosas, me sacan de quicio, me alteran de especial forma ¡Ya no hay profesionales como los de antes!
La camarera no para un momento de ir de un lado a otro, intentando atender a todo el mundo y se la ve claramente sobrepasada por el incesante goteo de clientes.
Algunos de ellos encorbatados, otros obreros de la construcción, incluso algún mecánico de grises manos, pero todos ellos impacientes e inmisericordes a la hora de reclamar su tostada, su cerveza o la cuenta.
Sin embargo, en una apartada esquina del local, junto a la cocina hay una mesa que me llama poderosamente la atención. Un hombre de mediana edad junto al que parece ser su hijo, un chaval de unos diez años modestamente vestido, de grandes y tristes ojos, se mantienen al margen del gentío.
El padre intenta que el crío se termine el zumo de naranja, a base de pequeños sorbos que éste da cuando se le acerca el vaso a los labios, mientras el niño mantiene la mirada perdida en algún punto del local. No para de balancearse levemente hacia delante y hacia atrás, provocando en ocasiones el derrame del zumo por su barbilla, que su padre limpia con obstinada resignación. El chico suele mover insistentemente ambas manos a modo de aleteo, pero su padre no le corrige aun a sabiendas de que es el centro de atención de las indiscretas miradas de algunos clientes.
A veces le habla muy cerca de su preciosa carita, pero el pequeño ni siquiera le mira. Parece como si estuviese ausente, en un mundo paralelo que sólo él conoce, ajeno a las preguntas o cuidados de su padre, al gentío, a la vida en general, sin preocuparle aparentemente nada ni nadie.
Mientras les observo, me percato de que los clientes más escandalosos han abandonado el local y se respira además del olor a aceite requemado, una cierta tranquilidad.
De repente, aprovechando este breve asueto, la camarera se acerca a la mesa del chico. Se acerca tanto que parece querer preguntarle algo al niño, pero no es así. Le abraza después de limpiarse las manos con un paño que cuelga de su cintura y le da tres sonoros besos en la mejilla, a la vez que consigo oír un “Mi niño”. Todo ello sin que el pequeño mueva una sola pestaña, o muestre cualquier reacción a los besos de su madre.
Nunca he presenciado una escena tan preciosa y cruel a la vez.
Luego se acerca al que deduzco que es su marido y se besan fugazmente con una tierna mirada de complicidad.
Un grosero cliente reclama a voces su cerveza … pero ella no puede apartar tan rápido su mirada, del que a día de hoy es el amor de su vida … su hijo. Ese inquieto y a la vez, ausente chaval.
Después de ser inesperado testigo de esta escena de amor verdadero, de entrega, de sacrificio sin límites, no puedo mas que sentir asco y un profundo rechazo hacia mí mismo, porque mi mayor problema sea el ingrato asiento de escay o que mi café se derrame sobre el plato.
No creo estar a la altura de unos padres así, y siento envidia de no poder sentir ese amor tan puro por alguien tan especial.»
Carlos de la Fuente y Pérez-Villamil
Carlos, cuentas historias con delicadeza y sencillez, susurrando al lector vidas y experiencias tiernas que hacen estremecerse a cualquiera.
Enhorabuena.
Precioso!!! Gracias por hacer que nos paremos a pensar un poco en las cosas que de verdad merecen la pena y valorar y dar gracias de lo que tenemos. Enhorabuena por esa sinceridad y delicadeza en tus palabras.
Preciosa reflexión sobre el amor incondicional y desinteresado de los padres. Ese niño ”ausente” ha conseguido probablemente, que sus padres sean mejores personas.
Gracias Carlos por recordarnos lo importante y por darle visibilidad al TEA.
Como siempre, me ha encantado la forma que tienes de narrar todas escenas. Una vez más muchas gracias.
Carlos te doy la enhorabuena porque me has puesto el bello de punta, y con que sutileza lo describes,, que cierto es que por tonterías nos ahogamos en vaso de agua, y cuando ves esto…..
Felicidades Carlos
Me ha encantado. Esta escrito con esa sensibilidad que tu solo escondes en tus manos. La verdad es que te hace ver la vida desde otro ángulo. Enhorabuena Carlos
Me encantó mucho el artículo y la precisa descripcione de los hechos y todos los detalles si como estuve presente en el mismo sitio.. Enhorabuena por este articulo me ha movido el alma.
Enhorabuena Carlos, verdaderamente un artículo que toca la sensibilidad y llama a la reflexión.
Un fuerte abrazo
Siempre emociona leerte. Un gusto disfrutar tus relatos y, cómo no, tus libros.
Precioso Carlos, las que lo vivimos en primera persona sabemos dar importancia a lo importante, en mi caso desde hace 28 años. Muchas gracias!!
Muy bueno Carlos. Enhorabuena!!
Precioso y enternecedor relato. La descripción te mete de lleno en el ambiente como si de una simulación 3d de las actuales se tratara.
Increíble relato. Pone la piel de gallina. Me he sentido tan identificada al leerlo por lo que sentimos por ella, por nuestra Daniela. Nadie lo hubiera expresado mejor. Enhorabuena Carlos . Eres un excelente escritor
Bravo!!!! 👋👋👋 Me parece una historia llena de ternura y amor que, en ningún caso, ensombrece el ruido y las prisas. Su mundo es otro. Qué poca importancia damos a lo realmente importante, y cuánta a lo que no merecería ni un solo segundo de nuestro tiempo. Aprender. Siempre aprender. Gracias por este regalo. 🤗😘💜
Yo, con lo sensible que soy, se me han caído las lágrimas.
Genial Carlos!! Has hecho que reflexione, sobre la importancia que le damos a algunas cosas de la vida y pasamos inadvertidas otras de mucha más importancia!!
Precioso y delicado artículo … te quedas con un vacío, pensando en lo egoístas que somos en algunas ocasiones, sin darnos cuenta de lo que es verdaderamente importante en esta vida. Cuando se trata de niños, a todos se nos enternece el corazón.
Mi profunda enhorabuena.
Gracias
Maravilloso, cómo siempre, eres un gran escritor, mueves el alma a las personas sensibles.